Una doble celebración
Manuel González Domínguez
Presidente de la Hermandad del Carmen de Villalba del Alcor
Desde la Hermandad de la Virgen del Carmen de Villalba queremos agradecer a nuestras madres carmelitas estos cuatrocientos años de amor hacia su pueblo; amor incondicional, amor callado, amor fraterno…; amor que se refleja en ese día a día, con su oraciones, con sus plegarias, con la entrega de su vida al Mayor de los nacidos. Son mujeres elegidas por Dios para cuidar de nosotros en la tierra, para pedir protección hacia su pueblo, para guiarnos en la fe cristiana y ser ejemplo de vida para todos. Villalba, su pueblo, las adora; son parte de nuestra familia y están presentes, de una forma u otra, en todos los hogares. Son las “culpables” de que el amor hacia Nuestra Madre del Carmen no solo no haya decaído en todo este tiempo, sino que haya ido en aumento año tras año.
Como hermandad, gozamos del privilegio de tener un trato algo más directo e íntimo con ellas, y sólo podemos tener palabras de agradecimiento hacia ellas. Siempre dispuestas a ayudar en todo, con el cariño y dulzura que les caracteriza… Tienen la difícil pero a la vez gratificante tarea de custodiar y velar a la Reina del Carmelo, Nuestra Madre Santísima del Carmen, labor que realizan día tras día, rezándole, pidiéndole por todos nosotros, cuidándola con el amor y la ternura con los que saben que su pueblo quiere que la cuiden. Ellas la consideran la Reina
de la clausura, porque durante el año es una más de la familia. Y así la tratan, la miman, la piropean, le rezan… e incluso a veces le riñen, cuando por esos últimos días de agosto deja su clausura para estar con su pueblo, y se hace el vacío en esa bendita escalera… Y ¿por qué sé todo esto? Pues porque me lo dice Ella, me lo dice en mis rezos, me lo dice en mis peticiones, me lo dice en mis oraciones, en las que le pido que nunca me abandone y no me deje alejarme de Ella. Cuatrocientos años unidos por una misma fe: hermandad y madres carmelitas; madres carmelitas y hermandad.
Desde aquí quiero también agradecer a nuestros antepasados, los que formaron parte de esta gran familia carmelita, por hacer que la fe hacia la Reina del Carmelo perdurara durante estos cuatrocientos años. Espero y confío en que todos nosotros, nuestro pueblo de Villalba, acompañemos a nuestras monjas y a la hermandad en todos los actos que hemos programado para celebrar dos grandes acontecimientos: los cuatrocientos años de la llegada de nuestras madres a nuestro pueblo y los –al menos- cuatrocientos de la fundación documentada de la hermandad; actos todos ellos que seguro que nuestro pueblo acogerá con gozoso recibimiento. Esperamos que disfrutéis de los mismos.
Viva la Flor y Reina del Carmelo.