La devoción al «Carmelo de Villalba», legado histórico
de nuestro Patrimonio Cultural
José Alfonso Moreno De Lara
Presidente de la Asociación de Patrimonio Cultural «Fernández de Landa»
El denominado “patrimonio cultural”, un concepto amplio y muy en boga hoy en día, que relacionamos inequívocamente con la historia, debe ser considerado como una cuestión de primer orden en la consolidación de la identidad de un colectivo y, en nuestro caso, de nuestro pueblo.
El Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico otorga una definición de patrimonio cultural muy concreta, que nos puede ayudar a entenderlo en su complejidad: “Es subjetivo y dinámico, no depende de los objetos o bienes sino de los valores que la sociedad en general les atribuyen en cada momento de la historia y que determinan qué bienes son los que hay que proteger y conservar para la posteridad”. El patrimonio de Villalba puede presumir de poseer una nómina de elementos singulares que va tomando forma mostrándose en sus hitos más significativos: monumentos históricos y edificios de carácter civil o etnológico; pero también hace alarde de aquel patrimonio intangible o inmaterial (tradiciones, gastronomía, oficios o rituales) que se mantiene en el tiempo y que debe ser protegido y documentado para evitar la pérdida de su importante papel en la historia de Villalba. Es difícil, ciertamente, señalar qué bienes merecen ser reseñados y catalogados como elementos que reflejen nuestra historia, dado que esta selección tiene un carácter subjetivo; aun así, siempre es ampliable a todos los hechos culturales de los que ha sido partícipes la sociedad villalbera.
Una efeméride histórica
El convento de San Juan Bautista y su comunidad de Madres Carmelitas Calzadas está a las puertas de conmemorar el IV Centenario de su fundación (1619-2019), celebración a la que además va a unirse la Hermandad de Nuestra Señora del Carmen, cuya existencia está ya acreditada documentalmente desde 1620, lo que pondrá el broche de oro a un año único para Villalba.
Se conmemora por tanto una doble efeméride de singular relevancia para la historia de nuestro pueblo. Por un lado, la historia de una orden religiosa, la del Carmelo, con monasterios y ramificaciones por todo el mundo, fundada allá por el siglo XII y que vino a asentarse en Villalba tras el Concilio de Trento, recibiendo desde entonces y durante estos cuatrocientos años el cariño y afecto de nuestro pueblo; una congregación fuerte, con un robusto carisma que se preserva, en el caso de nuestro convento, tras los muros de la clausura. Por otro lado, la historia de una Hermandad que ha sido nexo de unión entre Villalba y el convento; vínculo entre sus gentes y sus monjas, entre sus vidas y su expresión religiosa. Es quizá un acuerdo no escrito entre la vida de clausura y la vida de un pueblo, una convivencia diaria, discreta y en silencio donde la única intermediaria es Nuestra Madre del Carmen, nuestra Madre del Altillo, aquélla que llenaron de amor los frailes carmelitas allá por el año de 1583 y que dejaron al cuidado de las Madres del Carmelo tras los tristes avatares históricos del siglo XIX. Una Virgen del Carmen, hoy, de clausura y del pueblo al mismo tiempo. ¿Es esto “patrimonio cultural”? Indiscutiblemente, sí.
La historia del convento la inaugura su fundador el villalbero García Jiménez Franco que, tras volver de Cuenca (Perú), invirtió sus bienes en una fundación fuerte y con carácter. La vida religiosa al otro lado de la cerca fue construida día a día por numerosas monjas, villalberas unas, foráneas otras, que hilaron y tejieron dentro de sus muros el traje de la historia del Carmelo y de la devoción a la Virgen del Carmen en nuestro pueblo.
Y junto a la Historia de estos cuatro siglos, el convento nos ha legado también su Arte –con mayúscula-: un espléndido ajuar de plata, con su vinateras, coronas, ostensorio, cálices…; delicadas imágenes y pinturas, como el cuadro de Santa María Magdalena de Pazzi o la imagen de la Virgen del Carmen de Joaquín Moreno Daza; soberbios retablos, conservados con gran mimo y cuidado, como el de la capilla mayor, que tallara Fernando de Barahona en 1686, o los de Santa Teresa de Jesús y el Niño Jesús, del siglo XVIII; su grandioso artesonado mudéjar, que incluye motivos de lacerías y mocárabes; o su barroca y al mismo tiempo sencilla arquitectura, esa que evoca en nuestras mentes la belleza de otros tiempos: con su portada en piedra y el escudo del Bautista, con la puerta del compás, el patio y el torno, con sus claustros –que podremos visitar dentro de poco- y, sobre todo, con su espadaña y con su cúpula, que forman parte hoy indisoluble no sólo de la imagen de Villalba, sino de los recuerdos y nostalgias de cualquier villalbero.
La Historia del convento también queda escrita en “los papeles” de su archivo, custodiado en un espléndido armario barroco. Un tesoro documental villalbero que narra la vida de la orden, del convento, de sus monjas, testigo de la evolución económica y social de la vida conventual, y del que forma parte Sor Margarita de la Cruz Esquivel, como autora del manuscrito “Vida de las Madres Venerables del Convento de San Juan Bautista”, donde narra la biografía de las mujeres santas que vivieron en nuestro convento, con tal lujo de detalles y circunstancias que, casi sin apenas darse cuenta, transportan de lleno al lector a otros tiempos ya lejanos, los del siglo XVIII.
Y son éstas sólo algunas pinceladas de una historia intensa, fructífera y fervorosa que no sólo forma parte de la historia de un pueblo, sino de la de otras localidades vecinas, de la historia del Condado, del antiguo Reino de Sevilla e incluso de otras tierras más lejanas en las que se ha dejado sentir, de un modo u otro, la influencia de un modesto convento.
Este año del IV Centenario va a ser un año de reconocimiento y de homenaje: a la historia del convento y sus Madres Carmelitas, a la historia de una Hermandad y su Virgen del Carmen. Son bellos capítulos de la historia de Villalba que vamos a reseñar, recordar, celebrar y conmemorar con los distintos actos y solemnidades programados entre el 21 de diciembre de 2018 y el 21 de diciembre de 2019. Deseamos por ello a las Madres Carmelitas, a la Hermandad y a todo el pueblo una feliz conmemoración del IV Centenario de la presencia de las monjas del Carmelo en Villalba.