ITINERARIO FORMATIVO
Las Fases del proceso formativo inicial constituyen la iniciación a la vida carmelita y sirven para emprender de modo progresivo y gradual el camino hacia la transformación de la persona en Jesucristo, cosa que dura toda la vida. La meta hacia la que se orientan las fases iniciales del proceso es la formación permanente, compromiso que comprende la conversión del corazón y la transformación espiritual, las cuales tienden a la plena madurez en Jesucristo.
La formación inicial consiste en las siguientes fases:
– POSTULANTADO o Prenoviciado.
– NOVICIADO.
– Periodo de la Profesión temporal o JUNIORADO.
– Votos Solemnes
– FORMACIÓN PERMANENTE.
Cada fase forma parte de una serie más profunda de niveles sucesivos de desarrollo y de crecimiento; es la continuación de la precedente, pero se caracteriza por su propia fisonomía particular, derivada de su propio objetivo.
Postulantado
El postulantado es una etapa de prueba apta para que la candidata profundice en el discernimiento vocacional.
Durante este periodo la candidata es ayudada a crecer en la madurez humana y cristiana, e impulsada a comprobar sus propias actitudes y motivaciones.
La conciencia inicial de su vocación carmelita se completará con un conocimiento y experiencia, al menos, inicial, de los valores del carisma y de la espiritualidad carmelita.
Noviciado
Con el noviciado comienza la vida religiosa en la Orden Carmelita. La novicia aprende a estimar y hacer suyo los valores del Carmelo, identificándose gradualmente con ellos.
Recorren los primeros pasos en el seguimiento de Cristo, según los consejos evangélicos, para comprobar su capacidad real de vivirlos.
Juniorado
Con la profesión temporal, la monja carmelita ya es partícipe de la consagración propia del estado religioso y está incorporada a la Orden carmelita. La temporalidad del compromiso garantiza la gradualidad del camino formativo.
En el periodo de la profesión temporal se ha de profundizar en el conocimiento y la experiencia de los valores esenciales de la vida carmelita.
Formación permanente
No es una fase especial, sino el marco donde se organiza todo el proceso de formación, que dura toda la vida, en todos sus aspectos. La formación permanente Se ha de entender como la forma de vida de nuestra propia identidad carmelita, como un proceso continuo de desarrollo hacia la plena madurez en Cristo.